Así es, ya pasó, se ha reventado la nubecilla de contentez que cada año el 27 de abril me hace sentir...
Y ahí estuvieron los que debían estar, acompañándome de diferentes formas: tangibles espirituales y hasta electrónicas...
Y de verdad que estuve bien, hace tiempo no me sentía así, hace tiempo que mis entrañas no se movían tan sinceramente...
Y me lo creí, casi me convenzo de que podía ser permanente, pero mis pies no conocen más que el asfalto áspero y oscuro...
Y fue el 23, pero esta vez no es septiembre, esta vez sólo es mi edad. El 22 me dejó tantas cosas bellas que no quería que se fuera, quería aferrarlo a mi ser y exprimirlo mucho más, quería agotarlo como el me agotó a mí...
Y "faltó lo que faltó", esas ausencias fueron grandes pero los espacios vacios en mi vida ya se han hecho costumbre, así que pude soportarlo...
Y aunque fue "mandarinezcamente" memorable, ha terminado, ahora hay que esperar a que otra nubecilla venga a cubrirme del maldito Sol que disfruta quemarme...