Ojalá algún día yo también pueda romper el instructivo...
"La mujer, dicen allá arriba, debe caminar por la vida
implorando perdón y pidiendo permiso por y para ser mujer. Y andar un camino
lleno de alambre de púas.
En las instrucciones de ensamblaje de la mercancía “Mujer” se
explica que el modelo debe tener siempre la cabeza gacha; que su posición más
productiva es de rodillas; que el cerebro es prescindible y, no pocas veces, su
inclusión es contraproducente; que su corazón deber alimentarse con
frivolidades; que su ánimo debe sostenerse en la competencia contra su mismo
género para atraer al comprador, ese cliente siempre insatisfecho que es el
varón; que su ignorancia debe alimentarse para garantizar un mejor
funcionamiento; que el producto tiene la capacidad de automantenimiento y mejora
(y para eso hay una amplia gama de productos, además de salones y talleres de
hojalatería y pintura); que no sólo debe aprender a reducir su vocabulario al
“sí” y el “no”, sino, sobre todo, debe aprender cuándo debe decir estas
palabras.
En las instrucciones de ensamblaje del producto llamado
“Mujer” se da la garantía de que siempre tendrá la cabeza baja. Y de que, si por
algún defecto de fabricación involuntario o premeditado, alguna levanta la
mirada, entonces la implacable guadaña del Poder le cercena el lugar del
pensamiento, y la condena a sólo andar como si ser mujer fuera algo por lo que
hay que pedir disculpas, y para lo que hay que pedir permiso.
La mujer debe pedir permiso para ser mujer, y se le concede
si lo es según lo indicado por las instrucciones de ensamblaje. La mujer debe
servir al hombre, siempre siguiendo esas instrucciones, para ser absuelta del
delito de ser mujer.
En la casa, el campo, la calle, la escuela, el trabajo, el
transporte, la cultura, el arte, la diversión, la ciencia, el gobierno; las 24
horas del día y los 365 días del año; desde que nacen hasta que mueren, las
mujeres enfrentan este proceso de ensamblaje.
Pero hay mujeres que lo enfrentan con rebeldía.
Mujeres que en lugar de pedir permiso, imponen su propia
existencia.
Mujeres que en lugar de implorar perdón, exigen justicia.
Porque las instrucciones de ensamblaje dicen que la mujer
debe ser sumisa y andar de rodillas.
Y, sin embargo, algunas mujeres hacen la travesura de caminar
erguidas.
Hay mujeres que rompen las instrucciones de ensamblado y se
ponen de pie.
Hay mujeres sin miedo.
Mi nombre es Marcos, tengo el defecto individual de ser
hombre, macho, varón; y la virtud colectiva de ser los que somos, las que somos
zapatistas.
Como tal, como tales, confieso que me asombra y maravilla ver
a una mujer levantarse y ver saltar, rotas en pedazos, las instrucciones de su
ensamblaje.
Es tan hermosa una mujer de pie, que da escalofríos el sólo
mirarla.
Y escuchar es eso, aprender a mirar…
Salud a su no tener miedo.
Salud a la valentía que nos contagian, a la convicción que
nos transmiten de que si no hacemos nada para cambiar este sistema somos
cómplices de él.
Desde la Otra Ciudad de México.
Subcomandante Insurgente Marcos.
México, Mayo del 2006.
P.D. QUE PREGUNTA: ¿Qué castigo merecen los gobernantes,
mandos y policías que atacaron a nuestras compañeras? ¿Qué castigo merece el
sistema que ha convertido el ser mujer en un delito? Si callamos, si miramos
para otro lado, si dejamos que la brutalidad policíaca en Atenco quede impune,
¿quién estará a salvo? ¿No es entonces de elemental justicia la libertad de
todas las presas y presos de Atenco? "