Lo culpo por darme esperanza de las situaciones que ya no la tienen, lo culpo por abrirme las ventanas para mirar de lejos a los Cronopios y no dejarme tocarlos, por hacerme creer que los seres humanos pueden algún día convertirse en personajes fantásticos, porque no he podido vomitar conejitos y porque jamás he seguido al pie de la letra las instrucciones para llorar, por hacerme descubrir otros mundos y no decirme como llegar a ellos, por hacerme surrealista en un lugar de crudas realidades, lo culpo porque París no es tan mágico como él dice, porque La Maga y Oliveira no fueron felices por siempre y yo pensé que esa era una perfecta historia de amor.
Porque me hizo "confiar plenamente en la casualidad de haberte conocido...", porque el capítulo siete sólo existe en la literatura, porque la vida real es sólo eso... real.